jueves, 5 de noviembre de 2015

Disfraz de letras

Recuerdo aquella vez en que alguien me dijo: "dichoso aquel al que le regalas tus versos, le compones poesía y le expresas tu cariño con dulces palabras. Imagino el júbilo que debe sentir al darse cuenta de que es tu inspiración." Agaché la mirada y sonriendo le respondí: "mis versos, poesía y palabras no tienen dueño, por el momento me pertenecen en lo absoluto. Puede que haya quién me inspire, y a quién le componga, pero aún no está preparado para revelarle que es él, dueño de mi lírica." Comenzó a reírse y me contestó: "¿De qué te sirven esas palabras entonces? Si él no sabe que son por y para él." Entonces quise concluir: "No escribo para que me lea, ahora escribo para liberar mi alma de aquel peso inconsciente de no poder expresar mis sentimientos directamente. Ya llegará el momento en el que le entregue mis escritos y tal vez también mi corazón." Aquella persona me miró compasiva, pensando en lo difícil que debe ser cargar con un peso así; alguien a quien amar, sin podérselo revelar, alguien a quien elogiar, sin poder mostrarle la manera en la que haces las palabras rimar al compás de sus virtudes, lo difícil que debe ser tener un amor secreto… Yo por mi lado, de quedé pensando en que esa es la mejor parte de ser escritor; pues para nosotros no hay nada que ocultar, al contrario, nos liberamos de nuestros pensamientos y sentimientos, sólo que disfrazandolos de letras. 

ERIKA TRINIDAD

2 comentarios:

  1. tienes toda la razón uno puede liberarse escribiendo, letra tras letra dsifrazando lo que quieras y lo mejor dar por seguro que ellas resguardaran tus secretos.

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  2. Así es. Creo que son nuestras cómplices

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